lunes, 9 de junio de 2008

Popeye



Escuchando: Arthur´s Theme
Tema: mujercitas


El día de ayer charlando (es el termino masculino para decir tijereando) con un colega, nos encontrábamos dando vueltas a la cancha para liberar nuestros cansados cuerpos de algunas de las toxinas que aquejan a la humanidad en la actualidad, en concreto humo de cigarro y alcohol, no soy fumador y creo que jamás lo seré, pero soy fumador pasivo y debo decir con vergüenza u orgullo, no lo se, que me fumo en promedio cuatro cigarrillos diarios, de manera pasiva claro esta; 2 en el transporte publico de ida y vuelta, mas los de la oficina

Decía pues que al platicar con este colega, apodado el cachorro, empezamos a hablar de mujeres (que raro), pero hablábamos de las de la secundaria (no, no somos unos depravados me refiero a cuando nosotros estábamos en la secundaria), y de los recuerdos que tengo se me vino a la mente mi ex-novia “la sirenita”, ella tenia un Nintendo, en el que a veces jugábamos Popeye.

Las sesiones de juego eran regularmente por las tarde , junto a sus hermanos y alguno de sus padres, partidas en las cuales yo siempre resultaba ganador, razón por la cual me fui quedando sin competidores, aunque la verdad no me interesaba ganar , modestia aparte, pues un día de esos que sales temprano de la escuela y tu novia a un no se va a la suya puesto que ella estudiaba en la tarde, decidí… ir a jugar Popeye, en esos días se quedaba en casa de mi novia el abuelo , casi ciego pero con un oído de lobo así como el de BraveStar,.

El juego tardo poco en aburrirnos , así que nos dedicamos a lo habitual, las caricias, pero no se yo si seria la hora de la mañana, la música del popeye o el hecho de que estábamos solos que empezó a meter una especie de calorcillo en nuestros cuerpos adolescentes, que empezamos a besarnos y a acariciarnos, acariciarnos con la conciencia de que estábamos solos, es decir sin los hermanos y los padres, pero al mismo tiempo el abuelo que estaba en el cuarto de al lado aguzaba su oído de lobo.

Pues bien las caricias fueron… ¡¡guau!! los besos… sobra decirlo, cualquiera que haya pasado por esto me entenderá y el que no lo entienda, pues, póngase a jugar popeye, en fin, decía, estos encuentros matutinos de popeye se hicieron tradicionales, mientras el abuelo aguzaba el oído y solo escuchaba el “tun tun tu tu tun, tu tu tun tu tu tun” de Popeye, nosotros nos olvidábamos del mundo.

Pero el paraíso se acabó cuando el padre de mi novia, arribo un día temprano del trabajo y encontró dos adolescentes despeinados, y mas rojos que las nalgas de un mandril en la sala de su casa, sobra decir que el señor con su vasta experiencia en el mundo, supo inmediatamente que estaba pasando (“Estos gueyes andan comiendo espinacas”), así que nos fueron prohibidas las visitas matinales y sobra decirlo dejamos de comer espinacas y tuvimos que buscar juegos nuevos.

Durante un tiempo temí que me fuera a quedar un fetiche con la música de Popeye y no pudiese yo excitarme si no prendía el nintendo, me atormentaba la idea de depender de algo para “poder”, me veía a mi mismo como esos tipos enfermos que le piden a su pareja que se ponga terciopelo o cuero que pongan alguna canción como “te ves buena” del General, ya me imagino diciendole a mi pareja, “sabes que , no puedo, necesito a Popeye”, pero afortunadamente no fue asi, entre mis múltiples defectos no figura el fetichismo.

Por cierto, ahora que lo pienso, Oliva es una zorra, a la menor oportunidad se largaba con Bluto, no necesitaba de mucha ayuda para lanzarse en brazos del barbón


Cuando de repente oigo por ahí la tonadilla de popeye o alguien lo trae a platica y siempre me arranca una sonrisa, de esas que se dibujan solo en la comisura de los labios y que te hacen voltear hacia arriba evocando recuerdos.


No falta quien me pregunta “¿de que te da risa pendejo?” y es entonces cuando empiezo a contar esta historia que hoy años después me recuerda a “la sirenita” y nuestros besos en el sofá de su casa.

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